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Nevadas 9. Festival internacional de Teatro. Río Negro 2022. Por Mónica Berman.


Ph Euge Neme


Festival Internacional de Teatro Nevadas. 9° edición.

El festival Nevadas ha venido creciendo a paso firme. Nueve ediciones son muchas y, sin embargo, se ve que tiene un enorme camino por recorrer, un potencial de aquellos que no parece tener más límite que el que decidan sus propios hacedores.

Un festival que, al menos, tiene dos núcleos: por un lado, la itinerancia, las propuestas que llegaron a Bariloche recorrieron otros puntos de la provincia de Río Negro para ofrecer a los espectadores variedad artística y por el otro, el trabajo específico con la comunidad. Un festival tiene la capacidad de funcionar como promotor de la formación de espectadores en territorio de una manera inigualable.

Las sedes son un gesto correlativo de la diversidad. Por un lado el ejercicio de recorrido en la propia ciudad, desde el Centro Cívico la Usina/ Biblioteca Sarmiento en el corazón mismo del emplazamiento turístico, pasando por un gimnasio de un colegio- el María Auxiliadora- que se ha transformado una y otra vez, de acuerdo con las propuestas artísticas, el recalar en La llave, la histórica escuela municipal de arte; pudimos asistir a El Brote -el mítico espacio que, sin duda, guarda una maravillosa energía-, recalar en Dicab, un sitio bellísimo, cálido, muy bien equipado.

La variedad en distintos puntos geográficos tuvo correlación en la diversidad de propuestas. Como no estuve todos los días del festival hay espectáculos que no vi y lamentablemente no podré reseñar sin embargo puedo decir que hubo títeres y objetos, circo, unipersonales, música, humor, danza + impro, danza+ perfo, y que también estuvo cubierta toda la franja etaria.




Ph Pablo Candamil.


Mi animal. Entre el grito y el canto (Compañía Micelio. Rosario - Santa Fe) abre mi experiencia de espectadora en el festival. Un espacio corrido del centro, el blanco como la frontera de la permanencia. Una estructura de sillas en delicado equilibrio preside el universo visible. La intérprete jugará con su cuerpo, con el orden, con las estructuras metálicas que pierden el rumbo y el uso en la propuesta. Se convierten como ella, en otra cosa, con otra forma. Lo que permanece es la materia pura y dura que ordena lo sonoro en metal que golpea, que se articula en juegos de luces que arman otro juego y quiebran las expectativas.


Ph Euge Neme


Takuareté, cuerpo tacuara (Colectivo de circo Tierra Colorá. Posadas - Misiones)

El circo puede aparecer de mil maneras y representar universos profundamente disímiles. Es cierto que, en general, convoca a un público variado, amplio, porque el espectador modelo que interpela no necesita competencias específicas para el disfrute.

Sin embargo, si se ha visto mucho circo, Takuareté se disfruta el doble. La razón es simple: su propuesta cerca de lo artesanal en la hechura, lo coloca en un sitio de excepción. Y cuando se han visto una y otra vez las mismas habilidades sobre los mismos objetos circenses se agradece la novedad (que ahora veremos que es mucho más que novedad).

En el inicio no hay nada en el espacio que construya la expectativa de circo: ni trapecio, ni aro, ni tela, ni palo chino… en el fondo, casi en fila, hay unas líneas de bambú.

Los intérpretes cerca del piso y con proyección predominante de luces verdes, de manera eficaz, remiten a la naturaleza.

Takuareté es una propuesta circense que articula todos los niveles y con ellos todos los referentes de la escala sin maquinaria: al ras del piso, en la escala del “ser humano”, en la duplicación -y aún más – de esa escala.

Juegan algo del relato y del humor en la expresión de los intérpretes. Un circo que renuncia a la falsa perfección y a los brillos; por el contrario, señala los gestos del esfuerzo, de la construcción colectiva, descarta el lucimiento individual para funcionar como conjunto.

En esta misma línea de lo artesanal se construye lo sonoro y el vestuario.

Los intérpretes (algunos de los que no se puede despegar la vista puesto que son imanes) también proponen variedad de cuerpos, de fuerzas, de alturas.

No hay una sola habilidad circense que no se ponga en juego y es ahí donde aparece el rasgo único de esta propuesta: porque es el bambú el que se convierte en clava, en cuerda, en trapecio, en fin, se va transformando el mismo material, va cambiando sus funciones, sus usos.

Y se comprende que detrás de este magnífico trabajo hay un enorme proceso de experimentación. Qué es lo que el material te permite, cómo, hasta dónde, qué podés hacer con él. Aparecen, por supuesto, tamaños y grosores para los usos diversos.

Podría decirse que prueban hasta qué nivel el material resiste. Porque Takuareté es un circo que oscila entre el equilibrio y la resistencia. Dos atributos fundamentales de este cuerpo tacuara que se disfruta y mucho pero que además se vive como una posición firme frente a la vida y a la naturaleza.


Ph Pablo Candamil


The Meeting Point, artes en diálogo (Ensamble concertado. Bariloche -RN) nos sorprenden mientras conversamos entre las mesas y las sillas, dudamos en mirar para un lado u otro. Los buscamos, los encontramos, los perdemos. Nos llevan, escaleras arriba, a la sala. A medida que nos ubicamos observamos que esta vez los músicos serán parte (estar descalzos sí e

s un gesto más). El juego de la improvisación, el diálogo entre ellos – y alguna que se atreve a mezclarse con el público- articula movimientos, contactos, separaciones, de variada intensidad. Difícil de describir eso que se construye delante de nuestros ojos y nuestros oídos y que probablemente no se volverá a repetir. Menos con eso árboles agitándose por una ventana que nos toca de fondo. Puro presente. Con las herramientas, sí. Pero con la espontaneidad de lo irrepetible y de lo irrecuperable.


Ph Euge Neme


Telescopio chino. Un secreto patagónico (Cía Telescopio Chino. Mendoza) La compañía nos hace entrar en el universo del desvío. Ya el título parece corrido de lugar. Como el encuentro fortuito entre el paraguas y la máquina de coser en la mesa de disección, sí claro Lautréamont, así nos articulan relatos y objetos.

El espacio connotado pero ambiguo que nos presentan nos hace entrar y salir de algún sitio seguro. No nos deja reposar en lugar conocido.

Un chino, un telescopio, animales vernáculos, vasos…en fin, una seguidilla de relatos, de palabras, de gestos, de objetos que no parecen encontrar un entramado común. A priori. Porque efectivamente lo logran a posteriori tanto Víctor Arrojo como Guillermo Troncoso que nos hacen creer cualquier cosa. En principio sus gestos y sus palabras transforman delante de nuestros ojos unos vasos en animales, un abanico rojo en una hija apurada (y caminante sin bicicleta), un practicable en un túnel al centro de la tierra y una pala en quién sabe cuántas cosas y así sucesivamente.

Un teatro de objetos en el que los objetos reniegan de sus formas y de sus funciones y nos obligan a doblegar la percepción. Imprimimos lúdicamente una mirada sobre lo que no está, nos chocamos con la muralla que oculta el telescopio en el medio de la Patagonia.

El texto de Finzi juega con el absurdo de los universos convocados pero la manipulación y la actuación de Arrojo y Troncoso multiplican la capacidad de lo lúdico puesto en la escena. Sin dejar de mencionar que un maestro del arte titiritero estuvo a cargo del entrenamiento con los objetos y en la co-dirección, Carlos Piñeiro, porque hay que lograr ir en contra de los propios sentidos.

Una propuesta que se disfruta porque es juego, corrimiento, ausencia de garantía. Y que también es ¿ por qué no? inscripción territorial, con un toque de lectura política.


Ph Virginia Salamida


Yuna soy yo (Cía Yuna soy yo-CABA) Nos propone un viaje de ida a la novela de Aurora Venturini, Las primas. Contado desde el final mismo de su biografía, la instancia de “recuperación” que oscila en la actuación entre la ironía y la realidad -efectivamente se superó, se hizo famosa con la pintura, está en una importante exposición- el trabajo de la actriz se impone al espacio desangelado de los marcos inteligentemente vacíos, su dificultad al hablar deja permanecer ese rasgo de lo que la hace diferente. Una excelente adaptación subraya un hilo comprensible y conmovedor de la historia. Y mantiene el cuidadoso entramado verbal de la novela.



Ph Virginia Salamida.


El aviso desoído. Paisaje de papel. Mitos y leyendas latinoamericanas (Cía Kika Producciones Teatro. Río Cuarto - Córdoba) Las leyendas, en general, están acompañadas de lenguajes tradicionales. Con el cuidado de que la palabra no se pierda por el camino (aunque las palabras suben y bajan por las cuestas de los decires). Esta vez los lenguajes se arman y se desarman. Como todos los materiales que constituyen El aviso desoído. Nos proponen un paisaje de papel pero nos dan instrumentos musicales, dobleces, sonoridades varias, ritmos que se aceleran y se enlentecen, unas sombras que reproducen el objeto proyectado y otras que lo desconocen.

El pequeño protagonista, Antileo, parece ser de aquellos destinados a actuar atrás de las pantallas o de las telas blancas. Una silueta que suele estar del otro lado. Aquí vemos el quiebre de cada uno de sus movimientos en simultáneo con la precisa manipulación del intérprete.

Un predominio de los colores gastados y de los tiempos idos. La posibilidad única que habilita este lenguaje de quitar la cabeza de una mujer sin más consecuencia que la metáfora.

Mayra de Paco y Gabriel Conti nos conquistan con su manejo exquisito de los objetos: los visuales y los sonoros.

El cruce de los recursos es verdaderamente singular. Como si nos convirtieran en testigos de los procedimientos. Vemos focalizado en primer plano lo que suele estar oculto. Dibujo de caballo, bidimensión no escondida… ahora bien no es el caballo el que se mueve sino el dibujo del caballo. El plano en el que está dibujado. Y escindido el dibujo del cuerpo de la silueta de la cabeza del caballo. Todo el tiempo observamos la construcción material del relato. Lo mismo sucede con lo sonoro, no se nos oculta la fuente sino que se la pone de manifiesto.

Si pensamos además que se trabaja con el género leyenda podríamos pensar que lo que se pone sobre la mesa es la variedad de modos de construcción.

Las páginas de los libros que no siguen el orden habitual de las páginas construyen secuencias temporales y movimiento. Pero permiten también la vuelta atrás. Doblado, desdoblado. Extendido, acurrucado.

Un relato que encadena historias, personajes, recursos, al servicio indeclinable de la belleza.


Ph Virginia Salamida


Experimento 1: Masculino? (Cía Cris Diniz. Minas Gerais - Brasil) ¿cómo poner lo real en escena? ¿qué es lo que se determina como tal? La percepción del mundo es parte del mundo. La mirada de los demás sobre alguien ¿ construyen a ese alguien? ¿hasta qué punto? Cris Diniz nos dice que va a contar algo de su historia. Se presenta como en el inicio de una biografía. Nos revela cómo se autopercibe y desde dónde va a plantarse en el escenario. Pone el oído al murmullo silente del público para captar por dónde seguir.

Las autoficciones tienen toda la potencia de lo real. Y cuando esa potencia se acompaña con el manejo del pulso de los espectadores y un desempeño excelente del cuerpo en escena que hace devenir corporalidades provisorias, temporales, que permite cruzar tormentas y detenerse ante el vacío porque se ha podido hablar, lo único que queda es conmoverse. Y abandonar el lugar de espectador para convertirse en testigo y compañía de quien ha compartido con cada une un poquito de sí.


Ph Virginia Salamida


Naturaleza Rota (Tuto Tul Teatro. Pueblo Esther - Santa Fe) Conocía esta obra desde hacía tiempo y no había tenido oportunidad de escribir sobre ella.

Naturaleza rota se construye entre dos lenguajes pilares: el teatro de objetos y el clown. Y los dos tienen un nivel de excelencia tan increíble que una mínima reseña puede apenas rozar lo que sucede en la escena.

Porque Naturaleza rota es un mecanismo exacto de relojería con la pátina de ser caótico y descuidado. Primera impresión de los objetos: un poco viejos, un poco descascarados, decididamente rotos, un vestuario enorme… una distribución ¿arbitraria? en el espacio: un carrito de supermercado, extremidades de maniquíes Y/ o muñecas quebradas, alguna radio antigua, cabezas…. Así podría seguir la lista. Pero no. Cada una de las cosas que se inscriben en la escena, cada movimiento, el vestuario del que entrará y saldrá el intérprete, como si fuera un objeto más, está programado milimétricamente.

No renuncia a los gags clásicos, ni a la intervención cuidada de los espectadores. Pero su articulación con el teatro de objetos produce una propuesta definitivamente singular.

Para hacerle honor habría que dar cuenta de los deslizamientos y las transformaciones. Y en cada una de las instancias se articula péndulo que oscila entre la risa y la ternura.

José Guirado es un intérprete magnífico pero no hay un solo elemento escénico que se perciba fuera de lugar.

Permite un disfrute llano y simple pero si se quiere analizar da para tesis profundamente interesante.


Ph Pablo Candamil


Porquería (Cía Lata Teatro, Bariloche RN) ¿Cómo pasamos del vocativo al título de una obra? “Porquería” llama la protagonista a quien le mata a los chanchos. Porquerizos/as son los que los cuidan. Y el chiquero ¿no podría ser a través de un deslizamiento una “porquería”?

Deslizarse podría ser un procedimiento de construcción. Deslizarse en el léxico, resbalarse, perder pie.

En el inicio la intérprete está impecable. Del mismo modo que el acotado espacio que habita. El damero negro y blanco y en triángulo una superficie oscura tan prolija que es difícil inferir qué es a primera vista. Tan apisonada, tan lisa. Pero luego vienen las salpicaduras en los gestos, en el lenguaje, los zapatos se deslizan, las rodillas se entierran y la silla verde se mancha de tierra. El damero pierde su presencia impoluta.

Y a medida que avanza la descomposición del espacio, de los gestos, del peinado, de la paciencia del personaje, todo queda al borde del estallido.

La dirección de la obra de Marcelo Bertuccio en manos de Darío Levin le imprime una precisión y un humor notables. Y Flavia Montello con su personaje nos presenta una clase magistral de actuación.



No faltó el humor en el Nevadas Escénicas con Octetas Sin Fronteras (Cía Octetas. El Bolsón - Río Negro) y el gran cierre con Los Amados (Cía Los Amados- CABA).


Hubo escenarios musicales, instancias de formación e intercambio entre el colectivo artístico y programadores y programadoras de otros festivales nacionales e internacionales, así como de organismos nacionales del sector que presentaron distintas líneas de trabajo y financiamiento.

El festival, desde el 2022, forma parte de los programas de la Secretaría de Estado de Cultura de Río Negro. En esta edición, se desarrolla en co-producción con Iberescena , DIRAC del Ministerio de Relaciones Exteriores del Gobierno de Chile y la Municipalidad de San Carlos de Bariloche, cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación y el Instituto Nacional del Teatro.

Sin ninguna duda es un festival que demuestra la búsqueda de integración cultural de los países iberoamericanos, con mirada federal pero sin abandonar la identidad que caracteriza al territorio.

Búsqueda de un arte de calidad, diverso, que plantea agendas de representación y que sueña con más públicos, más artistas, más lenguajes.

Gracias por este bellísimo festival!!



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