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Foto del escritorEscénicas Fsoc

Kassandra una ópera de cámara...por Mónica Berman.



El estreno mundial, resultado de la coproducción entre el Alternative Stage de la Ópera Nacional de Grecia y el Centro de Experimentación del Teatro Colón, tuvo lugar en la sala CETC, dirigido por Diana Theocharidis y Alexandros Efklidis.

Empezar por el espacio que se desenvuelve ante nuestros ojos puede ser una clave eficaz para la lectura de esta ópera de cámara.

En el centro una línea ancha de baldosas blancas y negras; dispersas unas mesitas -como las de los bares- una taza aquí, un vaso allá...las luces a la vista, como en escalera, dos filas en un sitio significativamente bajo ¿para iluminar qué? en una mesa, un joven con una notebook, en la línea de mirada los músicos: clarinete de un lado (Lautaro Abrego), del otro, violín (Luis Alberto Mariño Fernández), violoncello (Alejandro Becerra) y percusión (Oscar Abrieu Roca).

¿Qué es este espacio que conjuga de manera extraña luces, músicos y mesas, todo como parte de un mismo conjunto? Un paradigma de artificio, una instancia clara de que se han de borrar los rasgos de naturalización, una convivencia arbitraria y señalada. Nos preparan para que nuestra mirada no se acomode frente a lo transparente sino a lo opaco: las antípodas del “efecto de la realidad” barthesiano.

Casandra, la mitológica, la hija de Príamo y Hécuba- los reyes troyanos y hermana de Héctor y Paris, es portadora del don de la profecía pero recibe de Apolo (también) una maldición: podrá ver el futuro pero nadie creerá sus vaticinios por lo tanto puede saber, anticipar, pero nunca impedir los acontecimientos.

Kassandra- la escrita por Sergio Blanco que respeta a rajatabla los grafemas del griego- y la compuesta musicalmente por Pablo Ortiz,será interpretada por María Castillo de Lima.

¿Quién es la que se presenta como  Kassandra? La que inscribe su genealogía como la histórica, pero entrecruza tiempos, espacios y quehaceres. Nos dice que no es mujer y que no es hombre, cruza Troya y nuestra época, oscila entre la adivina y la prostituta. ¿Desde dónde enuncia? ¿cómo nos garantiza su palabra?¿Pudo anticipar su propio proceso?

Va y viene en el discurso, en los tiempos, en los personajes; ora visita una mesa de café, ora es ultimada por Clitemnestra. Para que estas transiciones se produzcan de manera fluida, la iluminación (Gonzalo Córdova) es un lenguaje fundamental porque alterna intensidades, dibuja círculos de luz en espacios vacíos, postula zonas a iluminar, inesperadas.

El discurso también se mueve por andariveles extraños, Kassandra no es en esta lectura de Blanco, un botín de guerra.

Pero aún falta lo central porque Kassandra canta. ¿Con qué voz? Soprano. Como lo real y la ficción se inscriben desde el primer instante es bueno señalar que es “la primera persona trans que logró un cambio de estatutos dentro del teatro Colón en relación al cambio de cuerda vocal” como reza el programa de mano.

Entonces, la Kassandra de Troya, la castigada por el dios, la que no pudo usar su saber (que siempre es poder, salvo en su caso) tiene aquí su revancha, un gesto de resistencia, vocal y de interpretación. La que no es de un lugar ni de otro, igual, resiste. Y en su resistencia sostiene mucho más que su propio ser; abre caminos que, sin duda, podrán seguir quienes vengan a continuación...


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