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  • Foto del escritorEscénicas Fsoc

37 Fiesta Nacional del Teatro. 2023. La Rioja. Por Mónica Berman.


Una fiesta nacional dividida en dos provincias. Con sus cronistas repartidos. Me toca en suerte La Rioja, así que éste será mi objeto: esta parte (parcial) de la fiesta. Y esta parte es inmensa, poblada de personas y quehaceres (frente a la complejidad y a los numerosos hacedores de todo, calculo, allá en Catamarca hay otra parte replicada).

“La fiesta nacional, afirma Gustavo Uano, el director ejecutivo del INT nace en democracia”. La fiesta parece tener tanto tiempo detrás y la democracia tan poco, pienso. A veces las cosas se miden de manera distinta. “El teatro es democracia” es el lema de esta Nacional. Se lo lee en las remeras, en los banners, en los catálogos; cada sala muestra la frase de manera orgullosa.

“El teatro es democracia”: el verbo “ser” conjugado plantea el lugar de la equivalencia: de un lado y del otro se encuentra un miembro de la ecuación, con la indicación de un valor equivalente. “Es” establece el lugar de igualdad entre “teatro” y “democracia” Para producir/leer un texto como ése hay que hacer muchas operaciones, el vínculo entre uno y otra no es de ningún modo automático. Sin embargo, nadie parece percibirlo. Los presupuestos son muchos. Pero, por suerte, hay insistencia en que es necesario defender lo que se siente propio, que deslizarse en la naturalización de la Ley Nacional del Teatro, de la existencia del Instituto Nacional de Teatro, ¿de la democracia? es arriesgado y, tal vez, un primer paso para habilitar sus pérdidas. Aclaración hecha, circunstancias obligan, me aboco a la fiesta.

Una fiesta que es impensable sin la labor coordinada e incansable de un montón de personas. Algunos roles figuran en las primeras páginas del catálogo (tres para ser exacta con tres columnas por página -nueve hileras verticales que proporcionan nombres propios, algunos se repiten por coincidencia de roles-) Algunos, poquísimos, están porque corresponde, pero bueno, ya se sabe. Otros nombres no aparecen. No está el nombre de Mario (el chofer de la combi que nos llevaba de una obra a otra y nos contaba orgulloso los lugares imperdibles, desde parques hasta heladerías.) (me imagino que jamás se va a enterar de este comentario). ¿O el de las chicas que anotaban nuestros nombres en el comedor? (hermoso comedor estudiantil) o el de quienes nos llevaban el pan, la comida, la fruta, todos los días.

La prensa (como se nos llama en conjunto) tiene en Toni Monzón como nuestro ángel guardián.

En cada sala, hay gente que nos recibe, siempre con una sonrisa. Las fiestas son lugares de encuentro. A veces te cruzás con algunas personas una vez al año, en esta ocasión. Y el reencuentro siempre es bienvenido.


Nos inauguramos con La Perrera (Chubut) que a partir de la enunciación juglaresca/clownesca enmarcan un relato- adaptación de El hombre que se convirtió en perro de Osvaldo Dragún pero que, en lugar de tener un final relativamente abierto, cierra definitivamente mal. Entre el humor, la risa, los sueños de los (aquí) poetas

se interponen las necesidades básicas de supervivencia y bajo circunstancias muy adversas un hombre renuncia a su ¿dignidad humana? Uf (no por supuesto en detrimento de los mejores amigos de la humanidad, pero aquí es otra historia) la obra nos abre muchas preguntas -que cada quien responderá como pueda o quiera- .



Luego se viene la propuesta de La Rioja, Crucificción, sí, con ese cruce, ese juego sonoro y semántico. Algo nos hace percibir una fiesta, las vemos desplazarse por la calle, la casa Güemes está vestida para la ocasión. Nuestro frente es la puerta de salida. Lo que sigue es un poco difícil de explicar: cuatro mujeres que articulan la religiosidad con lo profano, mucho humor, mucha ternura, hilo para entramar cuestiones complejas como si fueran sencillas, una potencia en las actuaciones y una reflexión que me hago ¿se está viniendo otro modo de contar? Un modo, sin duda, anclado en el territorio, una oscilación entre la crítica y lo indulgente. Puro placer.


Dos obras con mujeres en escena: Estación Curupí (Entre Ríos) con su centro en una radio vecinal que vive (y sobrevive) a la desaparición del ferrocarril y están dispuestas a no dejarse vencer por ciertas personas y ciertas circunstancias; Guerra contra el olvido (Formosa) las mujeres que estuvieron en Malvinas, las olvidadas, las invisibilizadas. Lo real es un punto de partida para contar no una historia sino muchas, multiplicadas. Una mujer que se conmueve, que empatiza con el dolor de un soldado. Con vestuario que se transforma, con un lenguaje no verbal también puesto en juego, el armado de los espacios que ocultan y desocultan, que entraman otros espacios que mutan para referir a otra escena.

El amor ha muerto (Tierra del Fuego) danza contemporánea en un sitio inesperado, con objetos impensables (más bien la expectativa es de relato por lo que reconocemos pronto y fácil), un cuerpo arrinconado y a la espera. Alta potencia de movimiento, un viaje sorpresivo. El título remite a lo temático pero el vigor de los cuerpos en escena y sus desplazamientos parecen inscribirse en otro universo o, tal vez, en más de uno.



Como el caracol (Buenos Aires) la función presenciada fue definitivamente particular. Un problema eléctrico detuvo lo que recién había comenzado. ¿Tuvo que ver el percance con lo que se vivió después? ¿o hubiera sucedido de todos modos? Contrafáctico. Pero hubo un vivir esa fiesta de un modo doble. Todo lo que sucedió en el escenario – una precisión, un manejo del humor tan minucioso como su capacidad de malabarista- fue tan poderoso como lo que aconteció en la platea: las personas disfrutaron, rieron, se sorprendieron, festejaron. Un público absolutamente metido en el bolsillo del intérprete que, sin duda, sabía muy bien cómo hacerlo. Puro disfrute, no hubo quien no saliera conmovido (ay, el pan) y con una sonrisa de oreja a oreja.


Fuera de este mundo. (Mendoza) la maestría en el manejo del lenguaje de sombras articulado con proyecciones hizo de esta versión de El extranjero de Camus una travesía singular. Los signos que habilitan: las diferencias de tamaño, los juegos de superposiciones, la ausencia- en ocasiones- de color, el crecimiento y decrecimiento de los personajes ante nuestros ojos. Un modo de adentrarse en una historia con un personaje extraño recurriendo al extrañamiento en el lenguaje potencia de modo increíble la propuesta y su intensidad simbólica.



Banquete de gusanos (Río Negro) un gesto que señala a los sepultureros hamletianos en clave de bufón comparte escena con una artista que provoca sonidos/música en igualdad significante. Un viaje al país de lo escatológico y de la filosofía más profunda por igual. La carcajada congelada que deviene en un rictus. La interrogación por las cuestiones más simples y las menos pensadas. Y el borde siempre acechante de las preguntas en relación con la muerte.


Nada en particular (Santiago del Estero) danza y video danza y danza transmitida: todo en el mismo espacio. Articulaciones de los cuerpos con las imágenes, con los lugares proyectados y habitados, entramados con los otros cuerpos y las otras historias. Ambiguo el título parece renunciar a un anclaje temático. Que sea pura sensación de intérpretes en matriz coreográfica.



La dueña del santo (San Juan) ¿cómo olvidar el lugar de dónde vienen? La búsqueda de que la tierra y el sol quedaran impresos en los espectadores. El agua casi como un signo del deseo. Un peregrinaje sin peregrinos, un recorrido. Detrás los cerros riojanos. Mucho entusiasmo, sin duda, y una indagación escénica que ancla de modo enérgico en el territorio.


Tercer cordón del conurbano (Buenos Aires) ¿Cómo vincular Bodas de sangre con la actualidad del conurbano, tercer cordón? ¿Cómo hacerlo de manera inteligente, sorpresiva, verosímil? ¿cómo encontrar rasgos que, con un pequeño desvío, resignifican todo? ¿cómo encontrar en el lugar de un personaje no focalizado la clave para actualizar y territorializar en nuestro contexto? ¿cómo mutar de género en género para no renunciar a la poesía? ¿cómo hacer equilibrio por el borde y no caer, y salir airosos de un desafío que parece deslizarse casi en el orden de lo imposible?


El monte de las maravillas (Córdoba) Dos mujeres y amigas se pierden. No en cualquier lugar, se pierden en un monte. Así lo atestigua la escenografía metonímica con anclaje poético. Se pierden de sí y se encuentran con ¿un ser de otro planeta? Será testigo el modo de hablar, los dedos de la mano, los movimientos aletargados. Contraste entre ellas. Humor, mucho; reflexión ¿filosofía? mucha también, engarzada en preguntas, en una puma que habla, en la naturaleza presente…en el deseo y la esperanza puesta en las estrellas fugaces (que no son ni estrellas ni fugaces.)


Cuando el viento ruge (CABA) contar historias autóctonas, contar nuestros lugares, nuestras leyendas, pero darles una vuelta de tuerca: con un lenguaje de marionetas que no es vernáculo y que está habituado a dar batalla, con héroes propios, con mujeres que se valen por su cuenta y que pueden elegir otros caminos. Poner la hermosura y la aventura en escena. Hacer volar un ave, levantar en sus patas a un tigre. Enmarcar los relatos. Señalar a los que sostienen la ficción. Ser la belleza en modo títere.



Manuelita (CABA) ¿Cómo construir la identidad? ¿Cómo hacer escena del gesto de crecer y de elegir? ¿Cómo se construye al personaje adolescente que no ve lo que ven a su alrededor? ¿Cómo poner tanta ternura junta en el escenario? ¿Cómo hacer de la salida de la infancia un camino al país de los deseos?


Siete perros (Neuquén) una propuesta que es una rara avis, un conjunto de escenas diversas, un catálogo de personajes (a cargo de una misma actriz), el juego con la ruptura, el paseo por universos diferentes, contradictorios, variados, una zona objetual de una potencia brutal -como la actuación-una serie de acontecimientos ficcionales para disfrutar en estado de fascinación.


Hubo también un taller de teatro comunitario que, sin duda, en manos de quienes estuvieron a cargo, abrieron cabezas y corazones, dejaron aflorar necesidades y búsquedas. Y pusieron de manifiesto el deseo de continuar.



Pero además de obras (y acá faltan varias más todas las que se presentaron solo en Catamarca) hubo otros acontecimientos: los encuentros en el comedor, las calles compartidas, los viajes en el micro, el calor y el solazo de La Rioja, las risas… (los demontajes) – La Minga que con otro nombre mantiene la idea del encuentro y el diálogo entre los artistas de todos los lugares del país para revelar las diferentes realidades de producción, de públicos, de intereses, de búsquedas.



También hubo presentaciones de material publicado por el INT como en el caso de Picadero cuadernos: Teatro, género y políticas queer coordinado por Juan Ignacio Crespo en el que se presentaron acuerdos, desacuerdos, desconfianzas con respecto a la teoría y variadas preguntas sobre por dónde avanzar.

También está bueno celebrarnos: algunos de los que cubrimos esta hermosa fiesta.


Una fiesta nacional más, la número 37 y el deseo infinito de que esto pueda seguir siendo…

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